Amigo/a,
el nombre de Jesús nunca ha perdido su autoridad. Cuando oramos en Su nombre,
invocamos el poder del Hijo de Dios, quien venció la muerte, sanó a los
enfermos y nos dio acceso directo al Padre.
Desde
que comprendí la autoridad que tengo en el nombre de Cristo, experimenté el
gozo de orar por los enfermos y ver cómo son sanos. No se trata de oraciones
complicadas, sino de una fe sencilla y genuina en el nombre de Jesús.
Recuerdo
un día en la peluquería, mientras esperaba mi turno. La peluquera conversaba
con una clienta sobre un grave problema de salud que la afectaba. Ella mencionó
que no podía funcionar sin sus medicamentos, los cuales además eran muy
costosos.
Me
acerqué y, con amor, le dije: “He escuchado su conversación. ¿Puedo orar por
usted? Creo en Jesús, quien la ama y quiere sanarla hoy.” Conmovida, aceptó.
Hice una oración sencilla en el nombre de Jesús. Ella se fue, y no supe más.
Meses después, al regresar a la peluquería, mi peluquera me agradeció por orar
por aquella mujer y me contó que ella había vuelto para contarle su testimonio.
Desde el día de la oración, había sido completamente sanada y ya no necesitaba
sus medicamentos. ¡Gloria a Dios!
*|FNAME|*,
como hijo de Dios, tienes autoridad y poder en el nombre de Jesús. Si estás
enfrentando alguna enfermedad, dolor o necesidad, o alguien que conozcas está
atravesando un momento difícil, declara su nombre con fe sobre esa enfermedad o
situación que parece imposible. Él puede obrar milagros en tu vida y a través
de ella.
“Señor
Jesús, en tu nombre declaro sanidad completa sobre mi vida, tanto física como
emocionalmente. Gracias porque estás obrando lo imposible y manifestando tu
poder en mí. Que todo lo que hagas en mi vida sea para tu gloria. En tu
poderoso nombre, Jesús. Amén.”
No
lo olvides nunca: ¡Eres un Milagro!
Fuente:
es.jesus.net
Lorena
Fitzgerald (Autor)





0 Comentarios